Los vehículos eléctricos afrontan un momento crucial, caracterizado por un fuerte crecimiento, una diversificación de precios y una creciente adopción global. Se espera que el mercado mundial supere los 623.000 millones de dólares este año y aumente a un ritmo anual constante del 10% hasta 2028, cuando alcanzará la cota de los 906.000 millones.
Eso se traduce en casi 17 millones de vehículos eléctricos circulando por las calles de todo el planeta, con un precio medio que será de unos 52.900 dólares por unidad en 2024.
En la actualidad, China es el país que más vende, con unos ingresos 319.000 millones de dólares el último año. Pero países europes como Noruega ya afianzan su industria de vehículos más ecológicos y silenciosos.
Es probable que los continuos avances tecnológicos, junto con las políticas gubernamentales de apoyo, impulsen aún más el mercado de los vehículos eléctricos hacia un futuro del transporte más ecológico y sostenible.
Pero los vehículos eléctricos no sólo están cambiando nuestra forma de conducir y nuestro consumo de gasolina: su auge es un efecto dominó que está remodelando nuestras ciudades.
Desde calles más tranquilas hasta plazas de aparcamiento reutilizadas, el camino que nos espera con los VE es tan sostenible como apasionante. Los vehículos eléctricos nos obligan a replantearnos cómo diseñamos y construimos los entornos urbanos, transformando el diseño urbano de estas tres maneras:
1. Reimaginar el espacio público para lograr una vida urbana centrada en el ser humano
Los coches eléctricos traen a la ciudad un susurro, no un rugido. Las mismas calles antes sometidas por el tráfico se convierten en calmados paraísos donde pasear y charlar. Este cambio silencioso terminará por reconfigurar nuestras ciudades, transformando los malos humos en sonrisas.
A medida que las gasolineras se convierten en reliquias del pasado y el número de automóviles en propiedad disminuye, los grandes aparcamientos, antaño gigantescos monolitos estériles, pueden reutilizarse para que florezca vida. Imaginemos parques verdes y zonas de juego donde los niños disfruten sin peligro, jardines comunitarios florecientes que nutran el suelo y el aire, o incluso urbanizaciones con un encanto rural brotando en el tejido urbano.
Los vehículos eléctricos ofrecen un lienzo en blanco para reimaginar los espacios públicos, fomentar ciudades más verdes y construir vecindarios vibrantes y saludables.
2. Revisar las infraestructuras: una remodelación completa del tejido de la ciudad
Cuando los vehículos eléctricos tengan plena penetración en nuestras ciudades, se acabarán los días de buscar gasolineras desesperadamente. Las ciudades deben construir una red de estaciones de recarga accesibles, perfectamente integradas en el tejido urbano. Imaginemos farolas que se transforman en puntos de recarga, aparcamientos que palpitan con energía verde o centros de conexión que bullen de actividad. La comodidad, la sostenibilidad y la estética deben encontrar su armonía para que las estaciones de recarga se conviertan en elementos funcionales y visualmente agradables dentro del paisaje de la ciudad.
Pero la historia no acaba con los enchufes. Los VE necesitan un socio más inteligente: la red. Esta red dinámica debe gestionar el flujo y reflujo de la demanda de electricidad, integrando de forma fluida fuentes de energía renovables como el sol y el viento. Ya están floreciendo microrredes localizadas, como minicentrales eléctricas diseminadas por la ciudad, que almacenan y distribuyen energía limpia. Este cambio hacia redes más inteligentes no sólo impulsa nuestro futuro eléctrico, sino que también refuerza la resistencia y la sostenibilidad de nuestras ciudades.
Esta revisión de las infraestructuras implica algo más que cables y cargadores: es la oportunidad de rediseñar nuestras ciudades para un mañana más limpio y ecológico.
3. Un nuevo paisaje de la movilidad: más allá del automóvil
El futuro de la movilidad urbana no reside en una solución única, sino en orquestar cuidadosamente las opciones más acorde con nuestras necesidades y objetivos de sostenibilidad. Para ello, opciones de micromovilidad como los patinetes o las bicicletas eléctricas tienen un rol cada vez más importante.
La adopción de un sistema de transporte multimodal, en el cual los vehículos eléctricos complementen opciones ya existentes como los desplazamientos a pie, en bicicleta o en transporte público, ofrece multitud de ventajas. La reducción de la congestión se traduce en desplazamientos más rápidos, un aire más limpio y una experiencia urbana más agradable. Esta red interconectada permite a las personas elegir la opción más eficiente para cada viaje, minimizando el tiempo de desplazamiento y el consumo de recursos.
Además, dar prioridad a opciones de micromovilidad como los e-scooters y las e-bikes fomenta la actividad física, contribuyendo a un estilo de vida más saludable.
En última instancia, una red multimodal robusta garantiza que todo el mundo disponga de un transporte fiable y asequible, independientemente de sus limitaciones, y fomenta la inclusión social y las oportunidades económicas para todos.