Cada vez más, los términos que definen las nuevas formas de vivir se nos van quedando cortos. Coliving, corporate living, senior living… Más allá de las palabras hay un nuevo perfil de ciudadano que necesita acceder a una vivienda de una forma diferente: primando los servicios, la flexibilidad en el tiempo y las necesidades de un estilo de vida cambiante y dinámico.
Igual que el uso de vehículos está cambiando y, cada vez más, ya no los compramos sino que pagamos por su uso, adaptándolo a nuestras necesidades particulares, empieza a despuntar con mucha fuerza una nueva forma de entender la vivienda en la cual prima la adaptabilidad.
Esta tendencia se llama ‘flex living’ y es algo más que un nuevo modelo de alquiler. Es una solución habitacional alternativa que integra la flexibilidad del espacio físico con aspectos como la sostenibilidad, la tecnología y los beneficios de la conexión comunitaria.
Un Cambio de Paradigma
El auge del flex living está vinculado al enorme cambio demográfico y laboral que vivimos, el cual afecta al mercado inmobiliario casi tanto como la escasez de espacio disponible en los grandes núcleos de población o el alza del precio de la vivienda.
La crisis del año 2008 fue el pistoletazo de salida, pero fue la pandemia del COVID-19 la que tuvo un efecto definitivo. Un estudio de MBO Partners revela que la cantidad de nómadas digitales –trabajadores independientes asociados al mundo tech y que se caracterizan por su movilidad laboral– no deja de crecer desde 2020 en Estados Unidos. Se ha pasado de 11 millones durante ese año a los 16,9 millones registrados en 2022.
Según la empresa inmobiliaria CBRE, las viviendas unifamiliares en Europa han crecido un 10% en los últimos 10 años. Y el porcentaje de personas de entre 30 y 45 años que viven de alquiler ha aumentado más de un 50%. En la misma línea, la última edición del informe European Living Investor, publicado por la consultora Knight Frank, destaca que el 78% de los inversores tiene previsto aumentar su cartera de vivienda flexible, hasta un valor de 22.300 millones de dólares.
Para Aaron Lee, CEO de Dash Living, una nueva generación de soluciones de alquiler con servicios localizada en Hong Kong, Singapur, Japón y Australia, los mercados en la región de Asia-Pacífico están afectados por un escenario que aúna propietarios complicados, plazos de arrendamiento prolongados y costos de vida en aumento.
La situación es más delicada en ciudades como Hong Kong, ahora mismo una de las más caras del mundo para vivir, entre otras cosas “por la infrautilización de las instalaciones y la ineficiencia: la mayoría de los edificios de la ciudad no comparten instalaciones ni operaciones” –como afirma Aaron Lee.
Particularmente destacado es el caso de Australia, donde los gobiernos se han visto obligados a adaptarse al cambiante panorama inmobiliario y ofrecer nuevas soluciones en un entorno de tipos de interés elevado y precios por las nubes.
El futuro pasa por repensar el diseño de las viviendas y convertirlas en eficientes, asequibles y adaptables a las necesidades cambiantes urbanas y sociales. Con propuestas innovadoras que incluyan desde el alojamiento temporal, turístico, a los complejos residenciales para personas mayores independientes. Es decir, soluciones que se orienten a diferentes nichos de población.
Simplificar la Vida, Mejorar la Experiencia
El flex living posiciona los servicios y la flexibilidad en el centro de la estrategia de proyección de viviendas. La primera idea que conecta con esta experiencia es el diseño de los espacios. En el Flex Living, el diseño genera experiencia. No hay una estructura fija. Los espacios son diáfanos, modulares, y están equipados con mobiliario multifuncional y soluciones de almacenamiento creativas.
Las estancias se pueden transformar y reconfigurar según sea necesario, utilizando paneles móviles o muebles plegables que adapten las necesidades de espacio de sus habitantes. Ya sea porque aumenta la familia, o porque necesitas una zona extra de trabajo que puedas convertir en dormitorio cuando llegue la noche.
Pero no solo hablamos de adaptabilidad en los espacios, también de edificios flexibles: un edificio que pueda adaptarse a otros posibles usos y distribuciones en el futuro se convertirá en un activo perdurable en el tiempo.
Una Comunidad Sostenible
En este tipo de edificios, la sostenibilidad se convierte en un elemento clave para garantizar la eficiencia energética, la reducción de residuos y la conservación de recursos naturales.
Al integrar prácticas sostenibles en su diseño y operativa, se reduce considerablemente la huella ecológica. El empleo de ascensores o especies vegetales de bajo consumo, paneles solares o puntos de recarga eléctrica además de minimizar su impacto ambiental, mejora la calidad de vida de sus usuarios.
Por su parte, la integración de las zonas comunes y áreas compartidas fomenta la interacción social y el bienestar de los inquilinos. Según el estudio Flexible living trend report 2023, un 77% de sus habitantes utiliza las zonas comunes y un 58% considera el acercamiento a los vecinos como un factor enriquecedor con el que no contaban en sus viviendas anteriores.
Aquí destacan los espacios ajardinados, zonas deportivas con entrenador personal, salas de yoga, gimnasios, salas de proyección, cafeterías e incluso zona de mascotas… todo pensado para socializar y fomentar la interacción de sus habitantes; junto a ellas, zonas de coworking, espacios de reunión y zonas de exhibición y eventos, donde los inquilinos podrán compartir valor e incluso comercializar sus propios servicios.
El Máximo Confort Gracias a la Smart Tech
La segunda gran idea tras la experiencia de flex living es la integración de tecnología avanzada, que se basa en estos tres pilares:
- domótica inteligente
- soluciones de acceso y supervisión remota
- sistemas de seguridad
Ya es una realidad que los dispositivos de la casa se pueden controlar a través de una app o plataforma online que regule aspectos como la temperatura y la iluminación, así como el manejo de electrodomésticos inteligentes. Esto, además de un ahorro importante en recursos –y por tanto en costes– aumenta el confort de los residentes.
Como se ve, la idea es facilitar y simplificar lo más posible la vida a inquilinos, propietarios y administradores. Se trata de usar soluciones tecnológicas desde las que se pueda pagar el alquiler, solicitar reparaciones, reservar clases de gimnasia o autorizar visitas. Por supuesto, asegurarse de que estos sistemas conectados se actualizan periódicamente de acuerdo con las especificaciones del fabricante se convierte en una prioridad absoluta. Algo crucial no solo para prevenir vulnerabilidades, sino también para salvaguardar las transacciones de pago y los datos personales frente a la ciberdelincuencia.
Y la solución más necesaria de todas: un sistema centralizado online que también se encargue de los accesos a viviendas y zonas comunes. Así, de forma remota y eficiente, se puede controlar y facilitar la llegada de inquilinos, trabajadores, o la reserva y acceso a salas de reuniones. Sería como la llave digital, que supone un mayor confort y seguridad para sus usuarios.
Para completar el círculo, diferentes sistemas de seguridad, como equipamiento de cámaras y sensores inteligentes, se encargan de velar por la tranquilidad de los vecinos.
Y en el caso de inquilinos con diferentes necesidades, como los mayores, se añadiría la integración de tecnología asistencial o servicios de salud, como fisioterapia o atención primaria.