Se está gestando una revolución educativa mundial. Las tasas de asistencia a la universidad se están disparando a un ritmo espectacular. En 2040, habrá unos 600 millones de estudiantes en todo el mundo matriculados en universidades, frente a los 216 millones de 2016. Incluso ajustando los cambios en la población mundial, esto se traduce en un crecimiento del 200% en el número de estudiantes universitarios.
Numerosos estudios exploran el «efecto universidad»: Las universidades impulsan el crecimiento económico, la innovación, el capital humano y la productividad. También son buenas para la democracia.
Los intercambios e interacciones que tienen lugar en estos campus podrían desencadenar las innovaciones que ayuden a la humanidad a impulsarse. Sin embargo, cuando los campus universitarios son ecosistemas tan transitados, también tienen complejas necesidades de organización para garantizar la seguridad de todo el personal y los estudiantes.
Las siguientes prioridades en materia de seguridad en los campus universitarios pueden ayudar a maximizar el potencial minimizando los riesgos de la vida en las universidades.
Una educación a prueba de fuego
Desde la cocina en las habitaciones hasta los experimentos en un laboratorio de química, en un campus pueden ocurrir muchas cosas que desencadenan un incendio.
Una vez desencadenado, un incendio puede tardar menos de cinco minutos en envolver todo un edificio. Sobretodo en las zonas donde se juntan varias personas, como las residencias y/o las salas de conferencias las llamas pueden convertirse rápidamente en una tragedia.
Aunque las normativas locales y regionales de seguridad contra incendios difieren, asignan a los centros educativos la responsabilidad de contar con sistemas eficaces de prevención y protección contra incendios que incluyan también a las personas con discapacidad. No cumplirlas puede tener graves consecuencias legales y humanas.
Por ello, los centros educativos deben tomar todas las medidas contra los riesgos de incendio. Los sistemas de alarma y rociadores contra incendios son parte integrante de la infraestructura del campus. En caso de que las llamas sean lo suficientemente grandes como para propagarse de una habitación a otra, las puertas cortafuegos, que son puertas con clasificación de resistencia al fuego, pueden ralentizar este proceso de propagación.
Además, los herrajes antipánico, las cerraduras de seguridad y los sistemas de salida de emergencia deben estar correctamente especificados y mantenidos para garantizar el máximo nivel de seguridad.
Prevenir el robo antes de que ocurra
La mitad de los delitos cometidos en los campus son robos, lo que los convierte en la actividad delictiva más común en los centros educativos. Desde ordenadores hasta dispositivos inteligentes o incluso robots, los estudiantes de la era de la información suelen acudir al campus con pertenencias caras. Gran parte de los robos en el campus tienen como objetivo estos dispositivos electrónicos. Además de las cargas financieras y emocionales, incluso un solo artículo robado podría dificultar considerablemente el progreso académico de un estudiante.
Sin embargo, algunas tecnologías de acceso y seguridad pueden disminuir considerablemente los riesgos de robo en un edificio. Por ejemplo, las cerraduras con acceso por tarjeta sin contacto con tecnología de identificación por radiofrecuencia permiten a los gestores de las instalaciones limitar el acceso a las residencias. Estas entradas garantizan que sólo el estudiante individual pueda acceder a sus espacios vitales designados, reduciendo así una serie de riesgos de seguridad personal, incluido el robo.
Algunos de estos sistemas de entrada también cuentan con una función de registro de auditoría completa. Gracias a ella, los gestores de las instalaciones pueden rastrear el uso de las cerraduras, lo que proporciona tranquilidad tanto a los estudiantes como al personal.
Mantener alejados a los intrusos
Las universidades a veces se enfrentan a amenazas criminales en sus inmediaciones, para evitarlo, pueden beneficiarse de la seguridad adicional que proporciona un sistema de entrada con cierre rápido. Por ejemplo, cada vez son más populares las cerraduras con «función de intrusión», que aseguran las aulas en un momento de emergencia.
“Cuando una puerta tiene una cerradura contra intrusos, la manilla del interior del aula gira libremente, sin ningún movimiento visible desde el exterior. Cuando cualquier segunda cuenta, el personal puede bloquear el herraje exterior sin salir del aula. Sin embargo, el interior siempre permanecerá desbloqueado para que los ocupantes puedan salir del aula en cualquier momento.”
Aunque muchas de las cerraduras contra intrusos son mecánicas, la evolución de las tecnologías de control de acceso está introduciendo sistemas con funciones digitales. La posibilidad de controlar el acceso y el cierre de una escuela mediante un botón o un móvil puede ahorrar tiempo cuando más se necesita. Además, muchos usuarios optan por reforzar las cerraduras contra intrusos con otras medidas de seguridad, como puertas resistentes a las balas, dispositivos de barricada o herrajes antipánico.